Jaén es la primera etapa del viaje de nuestros protagonistas, que acuden a la urgente llamada del agonizante Alonso Barba. Así la describe Alonso cuando un atardecer se aproximan a ella:
Dicen que la ciudad de Jaén es la capital del Santo Reino. Habrás de reconocer que se trata de un reino un tanto extraño, ya que nunca tuvo rey ni dinastía que lo gobernara, pues las tierras que lo forman se vieron convertidas en reino, de la noche al día, únicamente para engordar la nómina de títulos del rey de Castilla que se las arrebató a los moros. Y un reino que además es santo, sin haber mediado canonización, ni siquiera beatificación, y no porque fuera conquistada por un rey con fama de santo, sino gracias a la presencia en estas tierras de la Santa Verónica, que no es sino el verdadero Santo Rostro de Nuestro Señor Jesucristo, la mayor reliquia que guarda su Catedral. Como digo, ni reino, ni santo. Y encima, la ciudad de Jaén es la capital del reino por usurpación a la de Baeza, la ciudad que tenía todos los derechos, por encima de cualquier otra, para haber sido la capital de estas tierras. No solo por ser la ciudad más importante, sino por ser, mucho antes de la conquista de los moros, sede episcopal desde la venida a España de los primeros cristianos. Dos aviesas mentiras y un taimado robo definen a la ciudad, seguramente más pecadora que santa, a la que por fin estamos llegando, y que es tan solo la primera etapa de nuestro viaje.
Allí hablarán con Alonso Barba, que les transmitirá un sorprendente secreto. Pero antes realizarán una interesante e instructiva visita a la catedral, en la que convive la vieja iglesia mayor con las obras de la nueva catedral que se lleva a cabo siguiendo las trazas de Andrés de Vandelvira.
Si no la tienes cerca, a través de esta página y este video podrás visitarla concienzudamente: